La música de lejos se oía. Alegre y resplandeciente,
variada y altamente culta, paseaba, si paseaba, iba del Norte al Sur, del Este
al Oeste, De los recuerdos al presente, Del Presente al Interior y del Interior
emergía hecha esplendorosa Canción.
Escalaba y caía ella,
haciendo inflamar los corazones, haciendo así radiante al amor.
A ritmo de Huracán Tropical movía a todos, no con desespero sino con
su son.
Subía y bajaba del Cristo de Río jugaba allá en los Andes como si de
juegos de niños se tratara.
Venia al Viejo Continente y de tú era tratada pero siempre sí, con
mucho amor.
Iba a lo más septentrional y se desplegaba en Nueva York y con la
velocidad del viento llegaba hasta un punto amplio más austral, allí donde
estaba su cuerpo, también su corazón.
Oh Música mágica que a todos nos abrazas ha sido buena cosa que jamás
nadie te ha logrado limitar, jamás nadie te ha podido mancillar, porque sino
que fuera del corazón de aquel que ha decidido su vida al poderla tocar.
Omarito.