viernes, 18 de mayo de 2012

...EL MENOR ESFUERZO...


Es cierto para una mayoría que preferimos hacer cosas que nos entretienen pero que no nos calienten la cabeza. Una de las cosas buenas que el Café tiene es que se sirve en tazas pequeñas por lo general, es muy sabroso y nos lo podemos dar de un trago o saborear cada buchito.
Y así pasa con casi todo. Al ver una obra o un libro grueso. La gente tiende a hacer un mohín y ver otra cosa.
Si nos presentan aquello como "individual" en cada una de sus partes, es posible que le dediquemos un tiempito y hasta que repitamos.
Bien pues los que han leído algunos de los últimos escritos han asistido a eso.
“Ansiedad” es una Parodia de” La Ley de la Potencialidad Pura”.
“Ganar” es una introducción a “La Ley del Dar”
“EL PERRO DE PAVLOV” parodia, recrea a “La Ley del Karma o Ley de Causa y Efecto”
Así bajo versiones de corta duración, en lenguaje simple hemos leído más sobre el mismo tema que su original y de valor novedoso “Las 7 leyes  espirituales del éxito” de Chopra.
Por supuesto que cada uno de los escritos esta emparejado con un capítulo del Libro cuyo título acabamos de expresar y que también se encuentra en el presente Blog.
Por supuesto que quien sabe Guardar Silencio, lo que en nuestra cultura no es tan fácil, porque somos por naturaleza habladores y discutidores.
Quien observa y no juzga a priori. Quien prefiere ver la película completa y no saca conclusiones por un solo detalle, tiene más elementos a la hora de tomar decisiones,
También quien dedica parte de su tiempo a deambular simplemente para equilibrar energías tiene mejor disposición para llegar a la verdad en un momento dado.
Quien refrena su mente, vaciándola de pensamientos, que no ordenamos en su aparición y nos traen o nos llevan a escenarios diferentes sin ton ni son, se siente en mucha mejor condición al final de una jornada.
A esto le llama La Ley de La Potencialidad Pura Chopra.  Su comentario yo lo titule como Ansiedad.
Los beneficios de relacionarse con todos los que llegan a nosotros a partir del no interés son realmente un elemento muy positivo en nuestro deambular diario, el hecho de Dar. El aceptar lo que esto genera y el impulsar nuestro hacer a partir de esta acción, nos hace mucho mejores y por otra parte recibimos también en la misma medida que damos y facilitamos esta interesante manera de ser. Chopra lo denomina en su capítulo; La Ley del Dar y yo lo comente como Ganar. Porque Dar y Recibir forman parte del mismo fenómeno porque todos estamos conectados.
Para nadie es un secreto que de acuerdo a como se conduce así son sus resultados.
Pero siempre hay comentarios relativos a que no siempre es así. Hice un escrito breve sobre este interesante tópico al que le llame EL PERRO DE PAVLOV proveniente del homólogo en el Libro de Chopra, “La Ley del Karma o de Causa y Efecto”.
Si bien es cierto que no hay regla sin excepción y así estoy de acuerdo con Usted. Es indiscutible que cuando uno suma todas estas acciones el resultado debe ser mejor que el de aquel que habla sin freno y por tanto dice cosas que no siente sino que pasa por ellas a la velocidad de sus emociones, aquel que se mantiene irritado por tener la cabeza llena de preocupaciones que no les da descanso, ni ellas a él, aquel que reserva absolutamente casi todo para sí mismo y que no tiene dedicación a su mundo circundante mediante otorgamiento de cosas que no siempre materiales son bien recibidas por los otros y el universo. A su vez el reconocer que los malos momentos y triunfos obtenidos tanto unos como otros tienen su razón, su génesis exclusivo en el exterior de la primera persona es otra carga que lo lleva a pasajes sin salida.
Quien es capaz de cumplir con lo que se comenta por Chopra en su Obra de Referencia para este comentario, en la práctica diaria, con el trigo en la mano. Debe tener una mejor calidad de vida.
Ahora bien, como dice un estimado amigo, La Vida no para y es necesario “Elevar el Techo de Vuelo”.
Si  Usted lo acepta lo invitare a continuación a leer un capítulo de “Las 7 Leyes Espirituales del Éxito”
LA LEY DEL MENOR ESFUERZO


La inteligencia de la naturaleza funciona con toda facilidad... con despreocupación, con armonía y con amor.
Y cuando aprovechamos las fuerzas de la armonía, la alegría y el amor, creamos éxito y buena fortuna con gran facilidad.

Un ser integral conoce sin viajar, ve sin mirar, y realiza sin hacer.  
Lao-TSE                                        

La cuarta ley espiritual del éxito es la ley del menor esfuerzo. Esta ley se basa en el hecho de que la inteligencia de la naturaleza funciona con toda facilidad y despreocupación. Ése es el principio de la menor acción, de la no resisten­cia. Por consiguiente, es el principio de la armo­nía y el amor. Cuando aprendemos esta lección que nos enseña la naturaleza, satisfacemos con facilidad nuestros deseos.
Si observamos la naturaleza, veremos que ella utiliza un esfuerzo mínimo para funcionar. La hier­ba no tiene que hacer ningún esfuerzo para cre­cer; sencillamente, crece. Los peces no se esfuer­zan para nadar; sencillamente, nadan. Las flores no hacen ningún esfuerzo para abrirse; sencillamente, se abren. Las aves no se esfuerzan para volar; sencillamente, vuelan. Ésa es su naturaleza intrínseca. La Tierra no se esfuerza para girar so­bre su eje; es su naturaleza girar a velocidad verti­ginosa en el espacio. Es la naturaleza de un bebé estar siempre en estado de dicha. Es la naturaleza del sol brillar. Es la naturaleza de las estrellas titi­lar y destellar. Y es la naturaleza humana hacer que los sueños se conviertan en realidad, con fa­cilidad y sin esfuerzo.
En la ciencia védica, la filosofía milenaria de la India, este principio se conoce como econo­mía de esfuerzo, o "hacer menos para lograr más". Al final, llegamos al estado en que sin hacer nada lo realizamos todo. Esto significa que una ligera idea puede convertirse en realidad sin esfuerzo al­guno. Lo que conocemos normalmente como "mi­lagros" son en realidad manifestaciones de la ley del menor esfuerzo.
La inteligencia de la naturaleza funciona sin esfuerzo, sin resistencia, espontáneamente. No es lineal; es intuitiva, holística y estimulante. Y cuando estamos en armonía con la naturaleza, cuando estamos seguros del conocimiento de nuestro verdadero yo, podemos utilizar la ley del menor esfuerzo.
Es mínimo el esfuerzo que hacemos cuando nuestros actos brotan del amor, porque es la ener­gía del amor la que aglutina la naturaleza. Cuan­do tratamos de conseguir el poder para controlar a los demás, gastamos energía. Cuando buscamos el dinero o el poder para satisfacer al ego, gasta­mos energía persiguiendo la ilusión de la felici­dad, en lugar de disfrutar la felicidad del momen­to. Cuando anhelamos el dinero para beneficio personal únicamente, cortamos el flujo de ener­gía hacia nosotros e impedimos la expresión de la inteligencia de la naturaleza. Pero cuando nues­tras actuaciones nacen del amor, no hay desper­dicio de energía. Cuando nuestros actos brotan del amor, la energía se multiplica y se acumula - y el exceso de energía que recogemos y disfruta­mos puede canalizarse para crear cualquier cosa que deseemos, incluida la riqueza sin límites.
Podemos considerar el cuerpo como un apa­rato para controlar la energía: puede generar, al­macenar y gastar energía. Si sabemos cómo gene­rar, almacenar y gastar la energía de una manera eficiente, podemos crear cualquier cantidad de riqueza. Fijar nuestra atención en el ego consume la mayor parte de la energía. Cuando nuestro pun­to interno de referencia es el ego, cuando busca­mos poder y control sobre los demás, o la aproba­ción del resto del mundo, desperdiciamos nuestra energía.
Sin embargo, cuando liberamos esa energía podemos recanalizarla para crear cualquier cosa que deseemos. Cuando nuestro punto interno de referencia es nuestro espíritu, cuando nos volve­mos inmunes a la crítica y perdemos el temor a los desafíos, podemos aprovechar el poder del amor y utilizar creativamente la energía para vi­vir la abundancia y la evolución.
En El arte de soñar, don Juan le dice a Carlos Castañeda: "Gastamos la mayor parte de nuestra energía sosteniendo nuestra importancia... Si pu­diéramos perder parte de esa importancia, nos sucederían dos cosas extraordinarias. Una, libe­raríamos la energía que se mantiene atada alimen­tando la idea ilusoria de nuestra grandeza; y dos, nos proveeríamos de suficiente energía para ... vis­lumbrar la grandeza real del universo".

La ley del menor esfuerzo tiene tres componen­tes - tres cosas que podemos hacer para poner en funcionamiento este principio de "hacer me­nos para lograr más". El primer componente es la aceptación. Aceptar significa sencillamente con­traer un compromiso: "Hoy aceptaré a las perso­nas, las situaciones, las circunstancias y los he­chos tal como se presenten". Eso significa que sabremos que este momento es como debe ser, por­que todo el universo es como debe ser. Este mo­mento - el que estamos viviendo ahora mismo - es la culminación de todos los momentos que hemos vivido en el pasado. Este momento es como es porque todo el universo es como es.
Cuando luchamos contra este momento, en realidad luchamos contra todo el universo. En lu­gar de eso, podemos tomar la decisión de no lu­char hoy contra todo el universo, no luchando contra este momento. Eso significa que nuestra aceptación de este momento es total y completa. Aceptamos las cosas como son, no como quisié­ramos que fueran, en este momento. Es impor­tante comprender esto: podemos desear que las cosas sean diferentes en el futuro, pero en este momento debemos aceptarlas como son.
Cuando nos sintamos frustrados o estemos molestos a causa de una persona o una situación, recordemos que nuestra reacción no es contra la persona o la situación, -sino contra nuestros sen­timientos acerca de esa persona o esa situación. Ésos son nuestros sentimientos, y nadie tiene la culpa de ellos. Cuando reconozcamos y compren­damos esto plenamente, estaremos listos para asu­mir la responsabilidad de lo que sentimos y para cambiarlo. Y si podemos aceptar las cosas como son, estaremos listos para asumir la responsabili­dad de nuestra situación y de todos los sucesos que percibimos como problemas.
Esto nos lleva al segundo componente de la ley del menor esfuerzo: la responsabilidad. ¿Qué significa responsabilidad? Significa no culpar a na­die o a nada - ni siquiera a nosotros mismos - de nuestra situación. Una vez aceptado un suce­so, un problema o una circunstancia, responsabi­lidad significa la capacidad de tener una respues­ta creativa a la situación tal como es en este momento. En todos los problemas hay un princi­pio de oportunidad, y esta conciencia nos per­mite aprovechar el momento y transformarlo en una situación o una cosa mejor.
Cuando hacemos esto, toda situación supues­tamente enojosa se convertirá en una oportuni­dad para crear algo nuevo y bello; y todo supues­to torturador o tirano se convertirá en maestro. La realidad es una interpretación. Y si optamos por interpretar la realidad de esta manera, ten­dremos muchos maestros a nuestro alrededor, y muchas oportunidades para evolucionar.
Siempre que enfrentemos a un tirano, tortu­rador, maestro, amigo o enemigo (todos son la mis­ma cosa), recordemos: "Este momento es como debe ser". Cualesquiera que sean las relaciones que tengamos en este momento de nuestra vida, son precisamente las que necesitamos en este mo­mento. Hay un significado oculto detrás de todos los acontecimientos, y ese significado oculto está trabajando a favor de nuestra evolución.
El tercer componente de la ley del menor es­fuerzo es asumir una actitud no defensiva, lo que significa que nuestra conciencia abandona su actitud defensiva y nosotros renunciamos a la ne­cesidad de convencer o persuadir a los demás de que nuestro punto de vista es el correcto. Si ob­servamos a las personas que nos rodean, veremos que ellas pasan el noventa y nueve por ciento del tiempo defendiendo sus puntos de vista. Si senci­llamente renunciamos a la necesidad de defender nuestro punto de vista, a través de esa renuncia lograremos acceso a una cantidad enorme de ener­gía que anteriormente desperdiciábamos.
Cuando estamos a la defensiva, cuando cul­pamos a los demás y no aceptamos ni nos rendi­mos ante el momento, nuestra vida se llena de resistencia. Cada vez que encontremos resisten­cia, reconozcamos que forzar la situación sólo au­mentará la resistencia. No es bueno alzarse rígido como un gran roble que se agrieta y sucumbe a la tempestad; al contrario, debemos tratar de ser flexibles como la caña que se dobla en la tormen­ta y sobrevive.
Desistamos completamente de defender nues­tro punto de vista. Cuando no hay un punto que defender, no puede haber discusión. Si hacemos esto constantemente - si dejamos de luchar y de resistirnos - viviremos plenamente el presente, el cual es un regalo. Alguien me dijo una vez que "el pasado es historia, el futuro es un misterio, y este momento es un regalo. Por esa razón este mo­mento se denomina «el presente»".
Si abrazamos el presente y nos volvemos uno con él, si nos fusionamos con él, sentiremos un fuego, un brillo, una chispa de energía palpitando en cada ser consciente. A medida que experi­mentemos este júbilo del espíritu en cada ser vivo, cuando entremos en intimidad con él, la dicha nacerá en nuestro interior y podremos deshacer­nos de las terribles cargas y molestias de la acti­tud defensiva, el resentimiento y el rencor. Sólo entonces nos sentiremos despreocupados, festivos, alegres y libres.
En medio de esta libertad alegre y sencilla, sabremos sin duda en nuestro corazón que lo que deseemos estará disponible para nosotros cuando lo deseemos, porque nuestro deseo vendrá del ni­vel de la felicidad, y no del nivel de la ansiedad o el temor. No necesitamos justificarnos; simple­mente declaremos nuestro propósito ante noso­tros mismos, y experimentaremos realización, de­leite, alegría, libertad y autonomía en todos los momentos de nuestra vida.
Comprometámonos a seguir el camino de la no resistencia. Ése es el camino a través del cual la inteligencia de la naturaleza se desarrolla es­pontáneamente, sin resistencia ni esfuerzo. Cuando alcancemos esa deliciosa combinación de acep­tación, responsabilidad e indefensión, sentiremos la facilidad con que fluye la vida.
Si permanecemos abiertos a todos los puntos de vista - no aferrados rígidamente a uno -, nuestros sueños y nuestros deseos fluirán con los deseos de la naturaleza. Entonces podremos libe­rar nuestros deseos sin apego, y después sólo espe­rar el momento propicio para que florezcan con­vertidos en realidad. Podemos estar seguros de que cuando el momento sea el indicado, nuestros de­seos se cumplirán. Ésa es la ley del menor esfuerzo. (Chopra)
Gracias por su Tiempo.
Omarito.




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